Guillermo del Toro y ‘Pinocchio’ su más reciente producción

Como parte de las actividades del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), se presentó Pinocchio, la más reciente película de Guillermo del Toro junto a Mark Gustafson, con una proyección especial como parte de los estrenos en Latinoamérica (pasó primero por el Festival de Cine de Londres a inicios de octubre).

Sin duda, es una de las cintas más esperadas para este 2022, y les podemos adelantar que lidera la lista de lo mejor quehemos visto este año resaltando, incluso, de entre la filmografía del cineasta mexicano.

Su Pinocchio nos lleva visual y filosóficamente hablando, entre los componentes hermosos y grotescos de la experiencia humana. Es decir, esta constante contradicción que abrazamos y que al final, nos referimos a ella como “vida”: el debate de ser, pertenecer, creer, aprender, perdonar y amar.

Pinocchio está ambientada durante la Primera Guerra Mundial, y tiene como protagonista a Geppetto, quien trabaja con gran maestría la madera. Es padre de Carlo, un niño de 10 años amoroso y bondadoso que lo acompaña a la iglesia del pueblo mientras este trabaja en los detalles del Cristo de madera que él mismo construyó.

Una noche, en medio de la guerra y en un accidente, Carlo pierde la vida. La tristeza que invade a Geppetto es tan profunda, que 20 años después de la tragedia, el carpintero aún no puede superar el dolor de la pérdida. ¿Pero es posible superar la muerte de un ser querido o sólo aprendemos a convivir con el dolor de la ausencia, sobre todo si no corresponde al orden natural de las cosas?

Alcoholizado e invadido de rabia, Geppetto tala un hermoso pino y construye una marioneta. Cuando cae dormido, un espíritu del bosque le otorga “vida” a Pinocchio para que así pueda alegrar los días del viejo.

Y así arranca la aventura de Pinocchio. Una que nos sorprende todo el tiempo porque a pesar de que plantea el recorrido que ya conocemos, lo hace sin temor a reconocer la brutalidad que nos rodea, y esto se refleja en la parte visual, así como en el desarrollo de los dos protagonistas.

Pinocchio llega al mundo para alegrar los días de su padre en una Italia fascista liderada por Benito Mussolini. En su pueblo, hay un “agente” encargado de revisar que los italianos conserven los valores morales y estén dispuestos, en todo momento, a entregar su vida por la nación y su líder.

Es así como entendemos que Pinocchio es una marioneta que desea ser humano y tener la libertad de explorar el mundo y sorprenderse por las cosas más simples que lo construyen. Mientras el resto (las personas de carne y hueso), se comportan como marionetas o son obligadas a actuar como una.

Guillermo del Toro asume la realidad de la guerra y las terribles consecuencias no sólo en cuanto a las pérdidas físicas, sino a la pérdida del libre albedrío (imposiciones ideológicas basadas en la violencia) y la inocencia, sobre todo de las infancias (los niños soldado que han de servir con valentía si su país lo requiere).

Pinocchio, les comentamos, descubre el mundo con torpeza. Y parte de la genialidad de este filme, es que es congruente la historia con el tema visual, pues la marioneta luce, por primera vez, de madera: se ven sus grietas, los agujeros del pino, y la mano desesperada de Geppetto, quien le dejó los clavos visibles en la espalda.

El niño de madera es impulsivo y pasional, y eso representa un peligro pues, en tiempos de guerra y bajo un régimen militar, esas características sólo le pueden pertenecer al líder.

Carlo, el hijo de Geppetto, es un niño perfecto. Por ende, Geppetto también es el padre perfecto. Pero todo eso lo vemos desde la perspectiva del dolor de un padre que perdió a su hijo y no tuvo el tiempo suficiente para compartir con él. Todas sus memorias son de felicidad.

Con la llegada de Pinocchio, las cosas se replantean para Geppetto. Y en un inicio, no es el padre amoroso que agradece una segunda oportunidad, sino un hombre asustado que ve en un niño de madera, el fantasma de lo que su hijo fue y no será.

Geppetto, así, entiende que era el padre “perfecto” para su hijo “perfecto”. Pero que debe convertirse en el padre, ahora, que Pinocchio necesita, no viceversa; es decir, convertir a Pinocchio en el hijo que él tanto amo. Y esa es una de las partes más hermosas de la película.

Pinocchio está llena de símbolos y conversaciones que pueden tornarse incómodas. Por ejemplo, el imaginario visual del cristianismo de Occidente, está muy presente y es muy representativo con la ideal del sacrificio, el cual va asociado al dolor.

La marioneta ve que la gente del pueblo le canta al Cristo de madera en la iglesia, y no puede evitar preguntarse por qué lo aman y aceptan, y a él, que también es de madera, lo odian. Cristo representa el sacrificio que hizo el hijo de Dios por la humanidad. Así que al final, sin pretensiones moralistas ni religiosas, ocupa muy bien este mismo concepto, pues Pinocchio se sacrifica por un bien mayor.

La mayoría de los personajes en Pinocchio son masculinos. La idea de maternidad es casi nula (sólo se hace una mención a la madre de Carlo), y la presencia femenina sólo se ve en los dos espíritus de la naturaleza (asumiendo que son mujeres por la voz de Tilda Swinton).

Sin embargo, lo que hace es replantear la paternidad y la masculinidad asociada a la crianza de un niño varón. Geppetto no es el único padre que aparece en el filme. Podestà, este agente fascista del pueblo, constantemente le dice a su hijo Candlewick que no tiene permitido ser cobarde, y que todo acto de conciliación, representa sumisión o cobardía.

El niño, entonces, es cruel. Pero Pinocchio no reconoce la crueldad o maldad como tal, sino que la explora, y a diferencia de otras versiones, Pinocchio se permite verla a través de otros personajes como el del conde Volpe, el titiritero que engaña a Pinocchio para que forme parte de su circo.

Pinocchio de Guillermo del Toro se estrenará en Netflix el próximo 9 de diciembre, mientras que llegará a algunas salas de cine a nivel mundial en el mes de noviembre.

Fuente: Sopitas